miércoles, 22 de octubre de 2008

Las aventuras de Kim

En una historia de Kipling titulada Kim, puede verse mucho de lo que es un Scout.

Kim, cuyo verdadero nombre era Kimbal O’Hara, era hijo de un sargento de un regimiento irlandés en la India. Quedo huérfano siendo aún niño y bajo el cuidado de su tía.
Sus compañeros de juego eran todos indígenas; sabía la lengua del país mejor que ningún europeo. Cierto día encontró el viejo regimiento de su padre y como entrase a ver el campamento inspiró sospechas de que pudiera ser un ratero y fue detenido. Al ser registrado le encontraron su acta de nacimiento y al saber quién era lo adoptó el regimiento encargándose de su educación; pero a cada permiso Kim se vestía de indio y se iba con los indígenas.

Más tarde, hizo conocimiento con un tal Mr. Lurgan, comerciante de joyas y de antigüedades que, por su conocimiento de las gentes del país estaba afiliado al servicio de informaciones. Viendo a Kim tan bien informado de las cosas y las costumbres indias pensó que haría un buen agente de informaciones, como si dijéramos un detective para indígenas. Por lo tanto, dio a Kim clases de observación y le hizo ejercitar su memoria para recordar pequeños detalles, cosas importantes en el adiestramiento de un Scout.
Lurgan empezó por enseñar a Kim una bandeja llena de joyas, se las hizo ver durante un minuto, después las cubrió con un pañuelo y le preguntó cuántas y qué clase de piedras había visto. Al principio sólo se acordaba de algunas y su descripción era muy imperfecta; pero después de algunos ejercicios consiguió acordarse muy bien de todas, así como de cualquiera otra clase de objetos que se le mostraran.

Al fin fue nombrado miembro del Servicio Secreto; se le dio un signo de reconocimiento: un relicario o insignia que debía llevar colgado del cuello y una frase que dicha de cierta manera, revelaba su condición de agente del Servicio.

Un día encontró Kim un compañero desconocido, en el vagón de un tren. Era un indígena que estaba bastante herido en la cabeza y en los brazos. Éste explico a los demás viajeros que había sufrido un accidente en el coche al dirigirse a la estación; pero Kim, como buen Scout, notó que las heridas no eran equimosis, como debía suponerse en una caída, sino cortes limpios. Mientras el otro se vendaba la cabeza, Kim reparó que llevaba una insignia semejante a la suya; y se las arregló de modo que el hombre pudiera ver la que el llevaba.
En seguida el otro deslizo en su conversación algunas palabras secretas y Kim le respondió con otras. El extranjero atrajo entonces a Kim aparte y le explico que era portador de un despacho secreto y que habiendo sido descubierto por ciertos enemigos del gobierno, habían intentado matarle; probablemente tendrían conocimiento de su presencia en el tren, y telegrafiarían a sus cómplices de todas las estaciones del trayecto. Se trataba de entregar el despacho a un oficial de policía y evitar caer preso por los enemigos. Kim tuvo la idea de proponerle un buen disfraz.
Hay en la India multitud de santos mendicantes que recorren el país. Van casi desnudos, cubiertos de ceniza, con marcas pintadas en la cara. El pueblo, que admira su santidad, les socorre con muchas limosnas en dinero o en víveres. Kim mezclo harina y ceniza tomada de la pipa de un indígena, desnudó a su amigo y le embadurnó; después con una cajita de pinturas que llevaba consigo le pintó en la frente las marcas apropiadas; le cubrió las heridas con harina y ceniza para que fueran menos visibles. Le despeinó el cabello para darle el aspecto sucio de un mendigo y le cubrió de polvo. Su propia madre no le hubiera reconocido.
Poco después llegaron a una gran estación y vieron en el andén al oficial de policía a quien debían entregar el pliego. El falso mendigo lo atropello y el oficial le reprendió en ingles; aquel le replico montón e injurias en su lengua, pero introduciendo entre ellas las palabras secretas. El oficial, aunque aparentaba no comprender la lengua indígena lo entendió perfectamente. Viendo por las palabras secretas que se trataba de un agente.
Fingió, pues detenerlo y lo condujo al puesto, donde pudo recibir el informe.

Éstas y otras aventuras de Kim, vale la pena leerlas, ya que demuestran los servicios que puede rendir a su país un Scout cuando está bien adiestrado y es suficientemente inteligente.

A Kim se le llama "el pequeño amigo de todo el mundo" y tal es el titulo que todo Scout debería conquistar para sí.

Extraído de "Escultismo para Muchachos"

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